lunes, 15 de febrero de 2010

la vigilia del guerrero

cerró los ojos y esperó el silencio
y el hálito vasto del amanecer nuevo.
detuvo su paso, dejó caer su escudo.
el puño cedió contra su vientre yerto.
su memoria al aire evocó el amor
y lo trajo a su lado…
el final de la batalla es un instante dulce.

ya no podían sus manos empuñar la espada,
ya no buscaba la lucha, ni pretendía la gloria,
solo regresar al sol en el pelo
de la niña que iluminó su ocaso,
al sonido fresco del arroyo en la hierba,
a transitar de nuevo las tardes encendidas
de jazmines y pájaros.

presintió el viento lamiendo sus heridas,
robando la victoria sobre el campo helado.
y capituló al viaje perpetuo
el descanso de sus pies vencidos,
por quedarse a soñar con el rocío verde,
las guitarras roncas, el vino a la mesa,
los aromas viejos de pan y madera.

esa noche el cielo le acercó la luna.