La niña que baila
fabricó una estrella
y su mano nívea se abrazó
a la mía.
Sus ojos siguieron mis
lágrimas dulces
de tanto quererla, de soñarla
tanto.
La niña ya duerme y yo
rezo a su lado
y tejo plegarias que le den abrigo.
Sus mejillas tibias
reflejan la luna
y tiene perfume de jazmines blancos
La niña suspira, me
bebo su aliento,
dibujo su frente con
una caricia
trazando el perfil de
mi amor en ella.
La arrullo con voces que
traen recuerdos.
La niña despierta, sonríe,
me observa…
y besa en mi pecho su
pan de magnolias.
Tanto la esperaba que
perdí su nombre
palpando en mi vientre
su amarra de ombligo.
La niña que baila
fabricó una estrella.
La dejó
en mi pelo.